"Dans la maison", muy resumida, es la historia de un adolescente de dieciséis años (interpretado por Ernst Umhauer), antisocial y tímido, sentado siempre en el último banco. Este chico, Claude, de una familia problemática, sin madre y con un padre alcohólico, está a punto de abandonar el colegio secundario cuando su profesor de lengua, el señor Germain (Luchini) descubre en él una potencia de escritor, un talento oculto, al leer su ensayo sobre lo que hizo el fin de semana. Comienza así un intercambio periódico de "tareas" de Claude, que no son otra cosa sino capítulos de una novela de estilo autobiográfico, que Germain corrige y comparte con su esposa. El problema radica en el contenido de los textos de Claude: Una especie de sátira de la vida familiar aparentemente perfecta de uno de sus compañeros, que él conoce porque logró entrar en su casa. Germain, al igual que nosotros, los espectadores, se pregunta cuál es el límite tan delgado entre la realidad dibujada y los deseos hechos ficción plasmados en el texto, hasta enmarañarse él en la historia de Claude.
Esta película particularmente me ha dado mucho en qué pensar, partiendo de lo prescindible que es el colegio secundario o el trabajo, centro de la vida de muchos. Es decir, si repentinamente perdiéramos todas las actividades que nos mantienen ocupados, ¿qué sería de nosotros? Ozon me permitió concluir que todas esas cosas, por beneficiosas que sean, no forman parte de nuestra esencia, y que una vida perdiéndolas no significa perder una vida. Ser más allá de lo material es relativamente fácil, pero lograr ser más allá de la ocupación, del accionar cotidiano, ahí está la cuestión.
Además, la idea del profesor de lengua como un escritor fracasado. No voy a decir que es así en todos los casos, claro, porque mi profesor de Literatura es, a mi criterio, muy buen escritor. Sin embargo, se nota una especie de incompatibilidad entre las dos profesiones, como si aquel que quiso aprender a escribir pero no tuvo el talento o la habilidad (o lo que sea) necesario tuviera que dedicarse a la fuerza a enseñar a expresarse a personas que a duras penas conocen la lengua materna básicamente. O puede ser también que sucediera que aquel que quiere dedicarse a la instrucción pierda el tiempo y la sensibilidad necesarios para el arte de las letras. Sea como sea, es un consuelo para las personas que, como yo, decidimos dedicarnos o estudiar otra cosa ajena a la lengua, pero aún tenemos la esperanza de ser, algún día, autores reconocidos.
Encontré, también, en la película, una leve crítica la familia burguesa (que no es raro siendo un tema tan frecuente en el arte francés eso). Aparentemente perfecta y constituida como la sagrada familia de los cristianos, es por dentro un hormiguero plagado de túneles y bichos en constante movimiento. Claude intenta que la familia que describe sea un estereotipo, pero al adentrarse en la casa va descubriendo la individualidad del grupo, y, más aún, de sus integrantes. Un grupo que se mueve aparentemente por las ambiciones comunes a todas las familias, cuando sin embargo, al igual que todas las familias, no es sino el conjunto de las apetitos individuales de sus integrantes.
La relación alumno - profesor fue una de las cosas que más llamó mi atención, debo confesar. Podemos, como primera lectura, decir que reconocían en el otro esa figura que necesitaban, en este caso, un padre y un hijo. Pero además, el involucrarse llegaba a tal punto que la figura podría ser tranquilamente la de uno mismo. Germain, viendo en Claude un reflejo de su juventud, pero con talento natural. Encontrándome yo en el rol de alumna, no pude evitar preguntarme si mis profesores se verán en mí o, peor aún, si envidiarán ese tiempo que les aventajo de vida sin haberlo pedido.
Como verán, la película me dejó realmente perturbada, sumida en un exhaustiva planteo y una callada meditación sobre, entre otros, los temas tan breve e ilustrativamente desarrollados. He aquí la genialidad del séptimo arte.
De todas maneras, agrego, era casi imposible no reírse con un detalle: ¡Qué aquilombado es el Liceo Gustave Flaubert, cede de la mayoría de las historias que involucran colegios secundarios en el cine francés!
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